Las olas golpeaban contra mis pies descalzos y la fina arena se colaba entre mis dedos.
La noche estaba estrellada y se podían distinguir 2 luces a escasos metros de mí. Me acerqué, eran 2 velas colocadas sobre una mesa redonda en la que se encontraba también una botella de vino y un ramo de flores con una carta. Pensé que no sería para mí, pero me sentía como en un cuento de hadas y la abrí.
En la carta ponía las cosas más bonitas que jamás pude leer. Lo que más me gustó era que, aunque me pareció sorprendente, era para mí. No sabía quién había podido ser, pero en ningún momento pensé en Danny; e hice bien en no hacerlo, porque no era él.
Miré en todas las direcciones buscando a quién podría haber sido, pero sólo pude distinguir una sombra sentada en la arena. Sin pensarlo dos veces me acerqué y me senté a su lado. Sentí que era el chico con el que soñaba. Tenía los ojos azules más bonitos y expresivos que jamás había visto. Me miró y me dijo, como si supiese lo que estaba pensando:
- Si, soy yo
La noche estaba estrellada y se podían distinguir 2 luces a escasos metros de mí. Me acerqué, eran 2 velas colocadas sobre una mesa redonda en la que se encontraba también una botella de vino y un ramo de flores con una carta. Pensé que no sería para mí, pero me sentía como en un cuento de hadas y la abrí.
En la carta ponía las cosas más bonitas que jamás pude leer. Lo que más me gustó era que, aunque me pareció sorprendente, era para mí. No sabía quién había podido ser, pero en ningún momento pensé en Danny; e hice bien en no hacerlo, porque no era él.
Miré en todas las direcciones buscando a quién podría haber sido, pero sólo pude distinguir una sombra sentada en la arena. Sin pensarlo dos veces me acerqué y me senté a su lado. Sentí que era el chico con el que soñaba. Tenía los ojos azules más bonitos y expresivos que jamás había visto. Me miró y me dijo, como si supiese lo que estaba pensando:
- Si, soy yo
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